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La liturgia es el corazón de la Iglesia, la cima de nuestra actividad y, al mismo tiempo, la fuente de donde obtenemos fuerza para desarrollarla. Por eso, nada tiene de extraño que la reforma de la liturgia fuera la reforma posconciliar de mayores consecuencias. La reforma litúrgica ha marcado como ninguna otra el rostro de la Iglesia posterior al concilio Vaticano II; sin embargo, también ha suscitado como ninguna otra reforma la acerba crítica de los círculos tradicionalistas.
A la vista del actual debate sobre la liturgia, Walter Kasper responde a la pregunta sobre cómo se puede seguir hoy adelante: no se trata de romper con la tradición y de innovar por innovar, sino de llevar a cabo una renovación desde el espíritu de la liturgia y su tradición, que es una tradición viva. Solamente una renovación litúrgica semejante propiciará la necesaria renovación eclesial. La renovación debe nacer de una reflexión teológica y acontecer en confrontación crítica y a la par constructiva con el espíritu de la época. De ahí que el cardenal Kasper no se centre tanto en propuestas concretas de reforma, que no escasean, sino en una reflexión sobre el espíritu y el sentido de la liturgia ante la crisis de la Modernidad.
«La liturgia es el corazón palpitante de la Iglesia. Por eso era inevitable que ya desde mi juventud y mis años universitarios me ocupara de este tema. [Y también] en cursos periódicos durante los más de veinte años que duró mi actividad académica… Los encuentros con las Iglesias ortodoxas me han permitido aprender mucho de su profunda comprensión del misterio litúrgico. En los diálogos con los cristianos evangélicos, el arduo camino hacia una comprensión compartida de la eucaristía y la celebración en común de la misma ha sido un objetivo permanente. La contribución que abre el presente volumen, en la que se abordan desde una óptica fundamental diversos Aspectos de una teología de la liturgia, ha sido escrita en el último año a la vista de los nuevos debates, en parte vehementes, sobre la renovación posconciliar de la liturgia» (Tomado del Prólogo).