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Marción muy bien puede ser considerado el primer hereje.
Dos razones justifican esta tesis. Por una parte, es el primer cristiano que decide separarse de la Iglesia por razones doctrinales. Por otra, es alguien que desde el conocimiento de la doctrina ortodoxa opta deliberadamente por desviarse de ella, hasta el punto de crear su propio canon, mantener la existencia de dos Dioses (uno malo y otro bueno) y fundar su propia iglesia.
La imagen que hoy tenemos de él está determinada por los apasionados escritos de Adolf Harnack, que vio a Marción como un modelo de reformador protestante adelantado a su tiempo. Sin embargo, el minucioso estudio de Sebastian Moll pone de relieve que Harnack proyectó en Marción sus ideas, propias de un teólogo luterano del siglo XIX, pero no de un cristiano del siglo II.
La presente monografía expone la vida, la doctrina, los escritos y la iglesia de Marción desde una perspectiva histórica crítica. Y señala a la vez la influencia que esta figura cristiana de la Antigüedad tuvo en la Gran Iglesia, por ejemplo, a la hora de asumir el Antiguo Testamento y establecer el canon de los escritos neotestamentarios.